.:: Sumario ::.

Bajo el marco de una luna imposible y transitoria en su hermosura, Amalfi merodea en los vínculos entre tres seres, víctimas de una guerra a temporal, metáfora del dolor de cualquier existencia humana, tres seres forzados a desandar caminos que resignificarán sus identidades para siempre.

Ascasubi regresa de la guerra al hogar que compartía con su mujer Carmela, quien lo cree muerto. Ella está ahora con otro hombre casado, Braun y su vida es otra. Pero el pasado la irrumpirá como una resurrección.

Un muerto que no ha muerto. Una viuda que no es viuda. Un amante que quiere no serlo. Un presente tibio, sin compromisos aparentes. Y la guerra allá afuera, como un volcán del que emerge lo olvidado y lo inolvidable.

El milagroso despertar de un calor desconocido cambia absolutamente la percepción y la mirada sobre la propia vida y el modo en que se la quiere vivir.

Amalfi es un viaje por la nostalgia, el dolor por el deseo incumplido de volver, una evocación inquietante sobre tiempos, lugares y sentimientos a donde todos desearíamos regresar y sin embargo sabemos que es imposible.

Todos tenemos un paraíso perdido, uno en el que soñamos como Ascasubi y Carmela sueñan con Amalfi, con dejarse llevar por la inocencia para creer que existe un lugar en el que no podemos ser lastimarnos.

A pesar de ese mundo en guerra y del velado desencanto, los supervivientes no pueden ni quieren resignarse a un mundo sin un lugar como Amalfi, sin la paz y el resplandor del agua quieta, sin el viento que no llega, sin la risa, sin las manos que pronuncian el amor.

.:: Ficha Técnica ::.

AMALFI
de Enrique Papatino

Reparto
Eduardo Leyrado - Ascasubi
Mariel Rosciano - Carmela

Equipo técnico
Eduardo Safigueroa - Iluminación
Cecilia Larumbe - Vestuario y utilería
Edgardo López Albarellos - Escenografía
Walter Duche y Alejandro Zárate - Prensa
Marcelo Peiretti - Asistente de dirección
Enrique Papatino - Dirección

.:: Prensa: Revista "El Abasto" ::.


Postal de guerra

Se estrenó en el Teatro Del Abasto la obra Amalfi, de Enrique Papatino. Esta premiada pieza de teatro nos enmarca en un espacio bélico, donde el dolor y la promesa del eterno retorno calarán hondo el la percepción del espectador.


Se encienden las luces en el Teatro Del Abasto, Humahuaca 3549, afuera son cerca de las 21 del viernes, aunque en el mundo de Amalfi ya no exista el tiempo. La guerra, ese fantasma que deshace la humanidad del hombre, es el espectro que deambula sobre la sala desde el primer momento.

Ascasubi (Eduardo Leyrado) luego de ver morir a sus compañeros, regresa a su hogar. Allí su cansado porte y su perturbado espíritu derriban el mundo de Carmela (Mariel Rosciano), su mujer, quien lo creía muerto. Ella, tras cinco años de ausencias, retomó su vida junto a Braun (Jorge Albella), un hombre casado.
Ahora, estos tres personajes exponen distintos puntos de vista sobre la tragedia. Toda la acción se desarrolla en el comedor de la casa de la reencontrada pareja. Afuera, un horizonte bélico, de metrallas y bombas crean un clima de asfixia y tensión, llevado al extremo por las evocaciones de los actores.
Es en este marco donde el deseo irrumpe de forma violenta. Con el correr de la obra, las relaciones dentro de este triángulo harán que los participes atraviesen distintos estados de ánimo. Desde la complicidad de ambos hombres hasta el punto de retarse a duelo por Carmela. Ella, se debate entre los enredos de Ascasubi y Braun y la desolación que representa la guerra allá afuera.
En el entramado de este drama se desprende una enseñanza sobre el amor, ese “calor desconocido” que ilumina “las horas simples”, la luz de la felicidad para estos personajes. Los textos están empañados de una nostalgia propia del exilio, de lo que se perdió. La música seleccionada empaña aún más este cristal de añoranzas.
“¿Te acordás de Amalfi?”, rememora Carmela, esa tierra que asoma a los ojos del espectador como un paraíso perdido. Sin embargo, el destino, una vez más, hundirá su puñal antes de tiempo. La promesa de volver llegará con un gusto amargo.
Cerrar los ojos y pensar en
Amalfi es, quizá, el remedio para cumplir la promesa del eterno retorno, de continuar la vida luego de la tragedia.
La ausencia de las pequeñas cosas se convierte en la postal de la devastación interior, que termina de dimensionar el horror de los tiempos de guerra.

J.M.C.